capitulo 1.
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Entonces ¿cómo es tu vida? – pregunta Alex, una pregunta fácil para una persona
complicada.
-¿cómo?….
mmm un poco aburrida.- conteste fingiendo aburrimiento
-no te
creó -replica él con una sonrisa que le iluminaba el rostro – debe de haberte
pasado algo interesante en estos meses que no nos hemos visto.
-nada interesante-
respondo con una sonrisa en mi rostro.
Hay un
brilló especial en tu mirada- contesto aun con su rostro entre una sonrisa y la
serenidad.
¿Y Eso
hace mi vida interesante?- respondo con diversión.
¡Vamos!
No te hagas la niña buena y cuéntame porque veo un brillo especial en tus ojos
que hace tiempo no veía, desde… mmm… ya sabes…
Tal vez
hay alguien que ha logrado derribar la muralla que hay en tu corazón, me alegra
por ti – sin embargo esa voz es hasta la
fecha la causa del brillo y la oscuridad
en mis ojos.
Había
reconocido su voz desde la primera palabra que dijo, pero como yo era, soy, y
posiblemente lo seré por siempre una cobarde me límite a chequear mi reloj de pulsera
y contestar hacía Alex una disculpa
dando como pretexto el inicio de mi siguiente clase.
Lo siento
me tengo que ir- contesto para el hombre más lindo que había conocido y que mi
estúpido corazón solo veía como un amigo.
No te
preocupes- respondió posiblemente comprendiendo lo incomodo que se había
tornado la situación – podemos comer más tarde.
Una parte
de mi quería volver a esa cafetería y gritarle al imbécil que él era el único
culpable del brillo en mis ojos, pero que su maldita hipocresía había hecho que
yo construyera la muralla que ahora protegía mi corazón. O al menos eso era lo
que yo creía. Pero la parte racional que hay en mí se mantuvo firme e hizo que
dirigiera mi cuerpo hacia mi siguiente clase, en donde me esperaban mis amigos.
Y contra
todo pronóstico dos horas después cuando
mi clase estaba terminado descubro que logre hacer que mi mente no se enfocara
en el comentario de Jaasiel, si yo sé que cualquiera diría que por mi
indiferencia no me duele verlo o que el hecho que intente acerarse a mí no me
afecta, pero la vida me ha enseñado a seguir adelante aun cuando estas rota y a
no demostrarlo.
Cuando
salgo de mi clase en compañía de mis amigos (Diana, Karen, Itzel, Lourdes,
José, Jaime, Alejandro, son muchos verdad! Pero con ellos me he juntado desde
que inicie la carrera) me invitan al cine, pero yo me niego ya que he quedado
con Alexander para comer, ellos se quedan unos momentos más en el salón para
ponerse de acuerdo a que cine irán, mientras yo salgo en compañía de Abel un
compañero muy agradable.
Mientras
conversamos sobre la clase al ir caminando por el pasillo justo para abandonar
el edificio algo atrae mi atención en uno de los salones de posgrado, es él
siendo envuelto en los brazos de una desconocida, eso tritura los pedazos
que aún quedaban de mi corazón, intento apartar la mirada pero no lo
suficientemente rápido como para que el no note mi presencia, y entonces ocurre
algo totalmente fuera de lugar, El aleja a la chica que lo tiene entre sus
brazos y me mira con ojos arrepentidos. Yo por el contrario apresuro mis pasos,
para no ver más, no sentirme herida sin motivos y pienso que él puede estar con
quien quiera, que él es libre, y que no debo sentir celos, el ya no es mío.
Nunca lo fue. Me despido de Abel y mientras camino hacia el estacionamiento
para encontrar mi auto le envió un mensaje a Alex que me ha surgido un compromiso y no comeré con él.
Pero no
es por eso, quiero huir de ese lugar, lamentar la desdicha que aun siente mi
corazón, llorar mi dolor sola, en la compañía de mi debilidad, esa debilidad
que aun siento por él, llorar que él nunca me ha amado, y muy posiblemente
nunca lo hará.
Cuando
estoy por subir al auto unas manos grandes y fuertes se apoderan de mi cintura.
-no te
vayas- dice con un tono melancólico y arrepentido.
-no entiendo
para que debo quedarme- contesto con un tono de amargura y sorpresa en mi voz.
- tenemos
cosas que hablar- contesta con desesperación.
- yo no
tengo nada que hablar contigo- respondo intentando zafarme de su agarre.
- te
equivocas tenemos muchas casa de qué hablar- replica el.
-Por
favor- responde dándome la vuelta, pero sin soltarme, mi cara queda a
centímetros de la suya y su mirada se funde con la mía. Quiero apartarme
subirme a mi carro y olvidarlo, su mirada, la cercanía de su cuerpo con el mío,
el calor que desprende y que extermina el frió de mi cuerpo, y cuando acerca
sus labios a los míos soy más rápida y logro zafarme de su agarre.
Subo al
auto y me voy, quisiera solo no irme de ese parking, sino de su vida, porque
esta vez deseo que salga de la mía, salir triunfante de su vida, aunque en el
fondo sé que no es así. Todo mi ser está pidiendo que baje del auto y besarlo,
besarlo como nunca lo he hecho, besarlo como solo puedo hacerlo y quiero con
él.
Déjame besar tus pies, amor,
Que tanto tienen aún que recorrer sin mí.
- Gioconda Belli.
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