jueves, 3 de abril de 2014

SOMBRA 32 ...

En el desayuno de la mañana siguiente no están ni Elliot, ni Mia. Lo cual no es una buena señal. Estamos sentados solo Carrick, Grace y yo. Al comienzo hay un silencio que se vuelve incómodo. Como si nadie se atreviera a empezar a hablar. Tal vez, están esperando que yo pregunte, que me demuestre interesado por la situación. Pero no lo haré. He hecho algo. No sé si mal o bien. Lo he hecho. Si alguien tiene algo para decir que lo diga. Aceptaré mi castigo con el mismo silencio. Unos minutos después, Grace lo informa: me han expulsado del colegio. Grace intenta descubrir por qué hago esas cosas. Se lamenta. Dice que todo estaba mejor y, de repente, esto. Bajo la vista y me quedo callado. No pienso explicar nada. No quiero hablar de Amanda. No quiero escuchar interpretaciones falsas. La buena noticia, según Grace, es que me dejarán quedar hasta fin de año. Ella tiene una gran de persuasión, probablemente lo ha conseguido con su capacidad y dulzura para convencer a los otros de que tiene razón. El año que viene habrá que buscar un nuevo colegio. Luego, dice que lo que en verdad le preocupa no es conseguir un nuevo colegio, sino mi comportamiento. No puedo seguir con esa conducta. Y, en especial, no deja de repetir que yo nunca había sido así, ¿qué ha sido lo que ha cambiado? ¿Por qué me he transformado en esto? Me encantaría tener las respuestas a sus preguntas, pero no las tengo. Y no pienso decir nada. En definitiva, ellos van a interpretar lo que deseen. ¿De qué serviría explicarles? Carrick dice que esto así no puede continuar y que tendremos que hacer algo para modificarlo, sea lo que sea. Grace añade que no tengo que sentirme amenazado, que, en realidad, ellos están preocupados y quieren mi bien. Yo los miro y en un momento dejo de escucharlos. Fantaseo con el momento en que me pueda ir de esa casa y hacer lo que yo quiera. Decidir sobre mi vida sin dar explicaciones a nadie. Mientras tanto, soportar. No es que no los quiera. Es que no entiendo quién soy yo y no sé cómo explicarlo. Quisiera independencia para poder actuar. De repente, llaman a la puerta. Grace va a abrir. Todo se derrumba cuando veo que por la puerta entra Amanda. Joder, qué hace aquí? Me mira y me sonríe. Mi cara se transforma en una sombra. “Señor y señora Grey, tengo que contarles algo muy importante”, les dice con cara de preocupación. Por la expresión de Grace me doy cuenta que imagina algo mucho peor. La hace pasar, le ofrece que se siente, le sirve una taza de té. Amanda bebe un sorbo. “Te escuchamos”, le dice Grace y la invita a que les cuente lo que ha venido a decir. Amanda me mira como pidiéndome aprobación. Le rogaría que no lo hiciera. Pienso en cómo detenerla. Detesto que venga ella ahora aquí a intentar defenderme. Hace que me sienta torpe, miserable, ruin. De repente, se me ocurre algo y tomo la palabra. “Yo sé lo que ha venido a decir Amanda”, digo e interrumpo mi largo silencio. “Amanda ha tomado clases especiales conmigo y se ha mostrado muy agradecida por eso” “Hay algo más”, interrumpe ella. “Sí, que no has aprobado. Pero no deberías hacerte problema por eso, puedo recomendarte a alguno de mis compañeros que seguramente puede explicarte mucho mejor que yo.” Todos me miran desconcertados. “He estado muy nervioso en el último tiempo y, tal vez, no te he explicado lo suficientemente bien”, añado. “Christian, me has explicado muy bien y estoy muy agradecida”, dice y no sabe cómo continuar. “Bueno, hemos hecho lo que hemos podido los dos. Créeme, no dudo de tu capacidad” improviso. Carrick y Grace observan extrañados. Intuyen que algo raro pasa, pero no logran determinar de qué se trata. Finalmente, se me ocurre la solución. “Probablemente Amanda, como es una buena chica, ha venido a contarles lo de mis clases ya que sabe que me castigarán y piensa que si ella les cuenta que la he ayudado, eso hará bien a la situación.” No quiero que diga la verdad. Espero que no lo haga. “¿Es verdad? ¿Has venido a contarnos eso, Amanda?”, pregunta Grace. La miro fijo. Le suplico con los ojos que asienta y que no siga. No quiero que una mujer venga a mi casa e intente hacerme quedar como un superhéroe. No lo necesito. Puedo soportar mi castigo por lo que he hecho sin que nadie me defienda. Y, por fortuna, Amanda me mira y algo comprende. “Sí, es verdad, señora Grey, he venido a contarles que Christian me ha ayudado mucho con sus clases y me gustaría que me siguiera ayudando si él quiere y ustedes lo permiten”, dice Amanda y me sonríe. Grace me mira y luego la mira a ella. “A mí no me molestaría en absoluto. No sé Carrick que opina”, dice Grace y lo mira. “Creo que lo pensaremos un poco mejor. Pero aprecio que hayas venido hasta aquí para contárnoslo”, dice Carrick y le sonríe a Amanda. “Muchas gracias, señor y señora Grey. ¿Podría hablar apenas un momento a solas con Christian?”, les pregunta ella. Nos retiramos a la habitación del al lado. “¿Por qué no me has dejado que les contara la verdad? Todos entenderían por qué le has pegado a ese tonto”, dice ella preocupada. “Amanda no necesito que nadie me defienda. Y preferiría no volver a verte nunca más”, digo enfadado. Amanda empieza a llorar. ¿Qué se supone que debo hacer ahora? Quisiera que la tierra me tragara. Escucho que pasa Elliot por la puerta. Espero que no haya escuchado nada. Tengo que encontrar una solución a esto ahora mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

déjanos un comentario ...